Fuente: La Web de José Carlos Bermejo |
No resulta fácil traducir la palabra counselling, decimos todos los que la utilizamos. Consejo, relación de ayuda, asesoramiento psicológico… Todas ellas se quedan pobres o no recogen cuanto en inglés –e importada también a nuestro diccionario- queremos decir. Sin embargo, cada vez hablamos más de counselling en los ámbitos de salud, de intervención social, de problemas familiares, en organizaciones o empresas y en diferentes contextos de la vida personal y profesional.
Qué es el counselling
En los últimos años, están surgiendo programas de formación en counselling destinados a profesionales y voluntarios (quizás más profesionales) que realizan sus tareas en diferentes ámbitos donde se practican relaciones de ayuda. Existe en este momento el máster en counselling impartido por el Centro de Humanización de la Salud en Tres Cantos (Madrid) y en Barcelona, ambos de la Universidad Ramón Llull.
En realidad, el counselling es casi sinónimo de relación de ayuda tal como esta expresión se está utilizando en la bibliografía española. Es un modo de relacionarse una persona experta en ayudar con otra en situación de crisis. Esta vive alguna dificultad sobrevenida con ocasión de problemas relacionales, de salud, de trabajo, familiares, emocionales, de empresa, éticos, etc., y difícilmente maneja dicha dificultad sin un acompañamiento externo que le ayude a explorar cuanto vive y a buscar dentro de sí los mejores recursos para salir al paso de las dificultades. Por eso necesita ayuda.
Aunque la traducción más literal de la palabra counselling sería “consejo”, es obvio que no significa dar consejos, sino acompañar a la persona o al grupo que vive la dificultad a ayudarse a sí mismo. Este acompañamiento pretende ayudar al “cliente”, “usuario” o como le queramos llamar, a clarificar cuanto está en juego en su situación problemática, a concretar también cuanto desea mejorar y a adquirir las habilidades y el compromiso concreto por hacer lo que vaya determinando en el proceso para superar las dificultades, afrontarlas sanamente o vivir lo más pacíficamente posible con las dificultades que no sean superables.
Qué pretende el counselling
Con el counselling se pretende ayudar a mejorar las relaciones (especialmente las problemáticas), cambiar las conductas destructivas para uno mismo y para los demás, adquirir destrezas para vivir más efectivamente y adaptarse a las situaciones siendo protagonista de las mismas, más que como víctima.
Para conseguirlo, el ayudante o counsellor (asesor, consejero), acompaña al otro a clarificar cuanto vive, a identificarlos recursos con los que cuenta, a movilizarlos y a comprometerse activamente en el afrontamiento de las dificultades.
En realidad resulta espontáneo hacerse la pregunta sobre qué distingue al counselling de otras formas de ayuda clásicas, como las que puedan prestar los profesionales del trabajo social, de la medicina, del acompañamiento espiritual o los psicólogos. En efecto, no faltan reacciones contrarias al counselling movidas también por un cierto temor de que éste, si se llega a profesionalizar como en otros países, le “coma un poco el terreno” a los profesionales de la psicología.
Y no resulta fácil establecer las líneas divisorias entre la cada vez más conocida “relación de ayuda”, el counselling, la psicología clínica y la psicoterapia. Todas estas formas de relación tienen en común la clara voluntad de acompañar a una persona a afrontar sus dificultades y –a excepción de la relación de ayuda, que es expresión más genérica-, se practican en ámbitos de alguna manera profesionalizados, que no son los exclusivos en los que los seres humanos nos ayudamos unos a otros.
Hay entre estas expresiones una cierta progresión hacia la gravedad de la dificultad que vive la persona a la que se pretende ayudar, hasta llegar al trastorno psicopatológico necesitado de psicoterapia. Pero, en mi opinión, no es incompatible su desarrollo simultáneo por profesionales distintos, ofreciendo apoyo complementario una y otra intervención. Hay también indicaciones específicas para ellas, tanto más cuanto más grave es la problemática del ayudado y más competencia específica se requiere por parte del ayudante. Es obvio que la psicoterapia está reservada a los psicoterapeutas entrenados y que la intervención psicológica sólo la puede realizar un psicólogo debidamente adiestrado.
Ahora bien hay numerosas situaciones en la vida en las que muchas personas no se encuentran bien a causa de problemáticas diferentes, a causa de relaciones insanas consigo mismo y con los demás, a causa de conductas no saludables para alcanzar un modo gratificante de vivir la propia vida. Son situaciones en las que se experimenta la necesidad de un cierto “consejo”, algún tipo de “orientación” o “apoyo” para alumbrar las tinieblas experimentadas, los bloqueos emocionales, relacionales o de conducta. Situaciones como problemas en el trabajo, la decisión o no de cambiar, la elección de una u otra carrera, problemas de pareja, con los hijos o los padres, etc., enfermedades con fuerte impacto emocional, pérdidas significativas, duelos difíciles, necesidad de realizar procesos de integración social, y otras, en las que un experto debidamente adiestrado en counselling puede ofrecer una ayuda significativa mediante su relación para lograr un más alto nivel de felicidad, de gratificación, de eficacia, de adaptación, de salud en el modo de vivir la propia vida, incluida la enfermedad.
En todas estas situaciones, el consejero intentará promover el máximo de autonomía de la persona a la que quiere acompañar, proporcionándole estrategias para estimular el cambio después de haberle garantizado una aceptación incondicional, haberle comprendido con su actitud empática y haberse mostrado auténtico en la relación.
Quién y dónde realiza el counselling
En cierta manera, la historia de la humanidad es historia de acompañamiento recíproco ofreciéndose apoyo unos a otros porque “no es bueno que el hombre esté solo”. Ahora bien, en algunos países, más en el ámbito anglosajón, se ha promovido esta figura con carácter profesional, como lo van haciendo otras figuras también en nuestro país, como la de mediador familiar, por ejemplo.
Los Centros de Escucha surgidos también en España a raíz del primero en Madrid (Centro de Escucha San Camilo), en realidad, lo que hacen es counselling, con la particularidad –podría discutirse- de ser un servicio gratuito.
Más interesante resulta, a mi juicio, promover la formación en counselling de aquellos profesionales que, ejerciendo profesiones de ayuda por su propia naturaleza y encontrándose con personas en serias dificultades, necesitan capacitarse en destrezas para ayudar mediante el recurso de la relación.
Es el caso de los trabajadores sociales, diplomados en enfermería, médicos, pedagogos, maestros, abogados, psicólogos, mediadores, orientadores familiares, agentes de pastoral, tutores, así como los directivos de las organizaciones (empresas y otras) que tienen que realizar su trabajo afrontando dificultades e intentando resolverlas no sólo centrados en los problemas, sino en las personas.
Si bien no tenemos la suficiente tradición de formación en counselling y, por tanto, no hay suficientes expertos, no se han resuelto posibles problemáticas como la delimitación profesional, los criterios de derivación a otros profesionales, etc. Pero las experiencias existentes en nuestro país dan buenos resultados si los que realizan este tipo de relación de ayuda –de manera formal o en el ejercicio de su profesión- han sido debidamente entrenados con un buen programa. Los existentes en la actualidad comparten la mayoría de las características y se inspiran en modelos de referencia similares, con su base en el no-directivismo de C. Rogers y su desarrollo posterior por parte de otros autores como R. Carkhuff o G. Egan.
No cabe duda de que, en pocos años, tendremos más profesionales expertos en el acompañamiento en situaciones de dificultad y serán bienvenidos especialmente en los contextos donde la vulnerabilidad humana requiere de buenos ayudantes.