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La cámara de Gesell

Desde que el psicólogo estadounidense diseñara esta habitación, para observar la conducta de los niños sin ser visto ni intervenir, su utilidad ha sido variada. En el counselling se ha convertido en una herramienta potente para el estudio y la supervisión de casos, como nos explica José Carlos Bermejo, desde su experiencia como docente del Máster de Counselling del Centro de Humanización de la Salud.

Ser supervisado en el máster en counselling en la cámara de Gesell, en el Centro San Camilo, es una experiencia de crecimiento y desarrollo humano y profesional sin igual.

Uno mismo, el ayudado, el supervisor, el grupo, como satélites en torno a un objetivo: hacer bien el bien, ayudar adecuada y oportunamente, actualizando las actitudes y las técnicas propias del counselling, haciendo verdad lo que en los libros y las aulas se trabaja de otra manera, también práctica, gracias al uso de casos presentados en forma de diálogos de ayuda.

La formación en counselling requiere que el alumno adquiera diversas competencias profesionales que se espera puedan aplicar en su campo profesional. En esta forma de relación de ayuda, que es el counselling, es de vital importancia, para los docentes, lograr transmitir habilidades que provienen de la teoría y que puedan ser llevadas a la práctica.

SIMULACIÓN DE CASOS

La cámara de Gesell es el resultado de un largo periodo de trabajo del psicólogo, pediatra y filósofo estadounidense Arnold Gesell (1888-1961), quien utilizó salas con cristales unidireccionales para poder observar con detalle cómo se desenvuelven los niños, sin invadirles con la presencia. Una sala con cristal unidireccional permite a algunas personas observar desde otra lo que sucede entre ayudante y ayudado.

En primera instancia, la cámara de Gesell tiene como finalidad no molestar a menores o personas muy vulnerables, en los procesos de investigación para ayudarles como víctimas de agresiones, así como para investigar sobre los sospechosos.

En el contexto de la formación en counselling, la cámara de Gesell se ha convertido en un recurso privilegiado de supervisión y entrenamiento. El alumno es invitado a mantener una entrevista de ayuda con un compañero, un actor o un usuario real. Con los debidos requisitos éticos, el alumno es observado por el tutor y los compañeros, de modo que estos aprenden

de la observación y comentarios del tutor (sin interrumpir la simulación y tras finalizar), pero también se convierten en grupo que chequea y devuelve un feedbak a quien intenta practicar las técnicas del counselling. En algunos grupos, también los alumnos son invitados a realizar el rol de ayudado en estas simulaciones, presentando libremente un problema real.

El alumno se compromete así, de una manera intensa y profunda con el aprendizaje. Se expone personalmente, reconoce los aciertos y los límites, recibe un refuerzo y confrontación, reconoce los eventuales ecos de la empatía sobre su vida y dificultades personales, se encuentra con las cuestiones más hondas de la fragilidad humana, evidenciadas y reconocidas en la escena.

El tutor y el grupo, en un clima de máxima confianza, invitan al ayudado a reconocer el influjo de lo subjetivo, los sesgos, las propias heridas, invitando a que la propia fragilidad se convierta en oportunidad de refortalecimiento de las actitudes de la autenticidad, la empatía y la consideración positiva.

MODELADO

La adquisición de competencias relacionales y emocionales tiene un camino privilegiado en el modelado. La enseñanza de la teoría y la explicación de las habilidades, aunque se insista en que son la dimensión conductual de las actitudes, tiene su límite si no hay entrenamiento, visualización. Para desaprender y aprender. Para desterrar estilos espontáneos de reacción y respuesta no empáticos, directivos, investigadores, tendentes a dar soluciones. Y para aprender, incorporar efectivamente el uso de técnicas.

La observación de lo más adecuado y lo menos adecuado, de la mala praxis y la buena praxis, del uso de intervenciones superficiales y de las realmente centradas en la persona del ayudado, permite integrar un buen modo de acompañar en el sufrimiento.

Valorar al alumno y confrontarlo, en el entrenamiento en counselling, es camino hacia el saber hacer propio del counselling. Es este un aprendizaje por descubrimiento, un aprendizaje significativo, mayéutico, resultante de la interacción con el tutor y con los pares, con sabor a constructivismo.

Se produce en Gesell una pedagogía de las técnicas que son resultado también de un cierto trabajo terapéutico del alumno sobre sí mismo, sobre sus sombras y áreas limitantes.

¿DÓNDE ESTÁS, Y DÓNDE ESTÁ TU HERMANO?

Las famosas preguntas con las que arranca el Génesis, en la sabiduría judía: “¿Dónde estás?” y “¿dónde está tu hermano?, son esenciales para este ejercicio de supervisión.

Ya no se trata únicamente de un reconocimiento o consideración suficiente de la importancia de cómo se siente cada una de las personas del encuentro, sino también de quiénes somos y cuál es nuestra historia, nuestras motivaciones más hondas, nuestro posicionamiento en la relación de ayuda, nuestro ruido emocional, familiar, valórico, espiritual, al encontrarnos con el otro débil y sufriente.

La metáfora y arquetipo del sanador herido deja de ser una interesante provocación reflexiva y se convierten en una constatación tan real como la vida misma. La cuestión sobre dónde está el ayudado y dónde están los suyos, su prójimo o quién ha decidido que sea su prójimo –y no su extraño o su odiado-–, da paso también a la aparición de un espejo que también pregunta: “Y tú, counsellor, dónde estás y dónde está tu hermano? Estas preguntas también son para ti”. Esto es lo que recuerdan tutor y compañeros de entrenamiento y supervisión al counsellor.

Son preguntas potentes, que encuentran su riqueza también en la entrega humilde y responsable de la respuesta a la cuestión sobre “dónde y cómo te veo yo”, a partir de la supervisión de la escena producida en la cámara de Gesell, entorno artificial y controlado.

En el libro del Génesis es Dios quien hace estas preguntas. Es como si la voz más íntima llamara a hacer verdad sobre uno mismo, sobre lo más profundo, desde una perspectiva de mirada global, de águila: ¿dónde estás, en el fondo? Además de cómo te sientes ahora (ansioso, interpelado…), o cómo te ves de habilidoso reformulando, validando sentimientos, personalizando o confrontando… Tú, ¿dónde estás? ¿Quién es para ti tu ayudado, cómo le miras, cómo le reconoces realmente “otro”, sufriente? ¿Cómo te manejas en su mundo, tierra sagrada, en su sufrir y su anhelar bienestar, sentido, autorrealización?

En el marco de la teoría del aprendizaje social, vicario o por observación, de Albert Bandura, no se trata solo de ensayos con reforzamiento (como querría el conductismo), sino de aprovechar el factor cognitivo y conductual que se dan cita en el ambiente, en las relaciones intensas, cargadas de pasión, que se producen en la cámara de Gesell. El aprendizaje vicario lleva a extraer enseñanzas a partir de la observación de lo que hace el otro y del feedback que el otro recibe.

Nos vemos en la conducta de los demás y constatamos lo que funciona y lo que no funciona. El modelado de cada participante, y del tutor, genera cambios positivos por observación e imitación de modelos y desecho de malas praxis. Nos vemos en la piel del alumno que nos precede en el turno de prácticas, en sus lagunas y sus bloqueos y heridas. Y aprendemos.

José Carlos Bermejo, presidente de ACHE