Esta mañana me ha llamado Belén Moya entusiasmada. Ayer debutó en el estreno de Piel de la letra. “Es teatro pero es mucho más, es una obra de counselling” afirma.

Explica que es un montaje autobiográfico de cada actriz, ya que el director ha creado un espacio para la escucha, la propia y la ajena. Una veintena de personas del madrileño barrio de Prosperidad que se han reunido en cada ensayo, una vez a la semana desde octubre a junio, para intentar romper con los automatismos aprendidos. Un ejercicio de desprendimiento, apoyado en la confianza mutua para seguir caminando. “Te paso fotos e información por whatsapp, por si te interesa”, me dice sabiendo que mi curiosidad no se resistirá.

Leo que su director, Pablo Zamorano apuesta por poner en movimiento a cualquier persona, hacerla bailar para transcribir sus experiencias en palabras y compartir un proceso basado en reflexiones autobiográficas. Le interesa más mover recuerdos que bailar, más el proceso que el resultado.

Según él “compartir es estar para el otro aunque no estés para ti”. Así, este montaje brinda la posibilidad a los actores de decir adiós a aquello que ya no necesitan, para aprender a descubrir la geografía de la piel como una ventana abierta a un mundo de infinitas posibilidades

Por su parte, Blanca Siles, una de las actrices, señala en el programa de mano: “Esta obra es una celebración del cuerpo que somos, de los espacios que habitamos y en los que dejamos huella, y de los recuerdos que nos habitan. Es mirar para ver por dentro. Es tocar para aprender a inventar un futuro. Es caminar siendo raíz y vuelo”.

En fin, que creo que lo mejor es que me acerque al Teatro Pradillo para comprobar con qué nuevo traje se ha vestido el counselling, y por supuesto, aplaudir incondicionalmente a las valientes que se suben a las tablas para mostrarlo. Bravas!!