Una de mis últimas lecturas ha sido el libro de la Dra. Graciela Zarebski, “La identidad flexible como factor protector en el curso de la vida“, en él pone de manifiesto como el envejecer con sus cambios y pérdidas, amenaza la disgregación de la identidad y presenta la “Teoría de la Identidad Flexible”. Si la persona posee o trabaja una serie de “factores protectores”, le será posible adaptarse a los cambios en esta etapa final de la vida y podrá envejecer sanamente viviendo en un “continuum identitario”.

Este concepto de continuidad de la identidad, llamó mi atención, porque las residencias pueden ser entornos “hostiles” que provoquen una ruptura en la identidad de la persona.

Actualmente, se está trabajando en el reconocimiento de la identidad, las normativas vigentes así lo van indicando y el giro es imparable. Pero lo que se propone con la Teoría de la Identidad Flexible va un paso más allá y es seguir trabajando en “la continuidad de la identidad, no solo en su reconocimiento”.

La R.A.E define la identidad como un “conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás”. Y profundizando, D. Gracia, apunta que “lo que dota de identidad a nuestra biografía no son los hechos sino los valores… quítense los valores a una persona y habrá desparecido esta. Los valores somos nosotros”.

¿Estamos preparados?

Esta identidad se “encarna” en las historias y proyectos de vida, ambos documentos, deben contener los datos biográficos y las rutinas tan necesarias para la persona, pero también deben estar plagados de valores, espiritualidad, sentido y apoyos.

Las preguntas son: ¿Estamos preparados en las residencias para facilitar la continuidad de la identidad de la persona? ¿Estamos preparados para escuchar y acompañar en aquello relacionado con su espiritualidad? Conjugar las peticiones, puede llegar a ser complejo y solo desde el conocimiento y el respeto mutuo, se podrán establecer relaciones donde la identidad pueda continuar desarrollándose.

Escucha y Aceptación Incondicional

El counselling tiene mucho que decir en la actualidad. Si queremos implantar el Modelo de Atención Centrado en la Persona en las residencias hay dos pilares del counselling que merecen especial atención: la escucha y la aceptación incondicional.

Estar en actitud de escucha es el principio de todo: ¿Qué tipo de acompañamiento vamos a hacer si no sabemos qué es lo que le está ocurriendo a la persona?

Y la aceptación incondicional es otra importante actitud que se va a poner a prueba en estos tiempos,  donde la autonomía de la persona, se está llevando al extremo.

Los conflictos éticos están servidos y más desde que, por ejemplo, la eutanasia se ha reconocido como derecho fundamental de la persona.  Hoy más que nunca el discernimiento y la reflexión ética se me antojan fundamentales en la vida de las residencias ya que precisamente el respeto hacia determinados valores de las personas, pueden entrar en conflicto con la identidad de los centros donde esas personas viven. No hay que olvidar que muchas residencias de personas mayores también tienen su Carta de Identidad.

¿Hasta dónde quieren o pueden acompañar las Instituciones?

Esta es una pregunta que debe ser respondida por todos los responsables de las entidades. En mi centro, me he lanzado a la apasionante tarea de realizar las historias y los proyectos de vida y he de reconocer que es la parte más satisfactoria de mi trabajo.

Este espacio de encuentro es sinérgico y beneficioso para ambas partes, la persona se sorprende al estar hablando de determinados temas tabús como son el sufrimiento, la muerte y sus formas y percibo satisfacción cuando sus preocupaciones y miedos también quedan registrados.

Trabajar la creación del vínculo

Pero ¿para qué hacemos esto? La persona, es conocedora del objetivo de estas entrevistas, le explicamos que su realización viene motivada por la normativa, así que, hablamos de su vida y de su identidad y hacemos las historias y proyectos vida, pero no nos podemos quedar ahí…

Para mí, lo realmente importante de estos encuentros, es que trabajamos en la creación del vínculo. John Bowlby habla de la importancia del vínculo a la hora de incrementar la autoestima y el nivel de conciencia y como se genera la personalidad a través vínculo.

Las pérdidas en la vejez son múltiples y el vínculo, alivia y es terapéutico. Si lo trabajamos, se va a construir una nueva relación que va a evitar mucho sufrimiento.

Uno de los mejores indicadores de calidad que podemos ofrecer en nuestras residencias es la existencia de vínculos que generen salud, vínculos que sean una base segura para que la persona pueda continuar desarrollando su identidad.

Que la organización tienda a trabajar bajo este prisma, es, desde luego, un reto para el futuro.

Por José Sánchez Martín, máster en counsellin y duelo,  coordinador de Lares para las residencias de Salamanca