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Counselling en la discapacidad

Antes de ponerme a escribir este artículo he recibido varios avisos en forma de descubrimientos: uno ha sido la película “Maudie, el color de la vida” y otro conocer, virtualmente, a Inés.

En ambos casos la discapacidad es el eje central de la vida de sus protagonistas.

La peli está basada en hechos reales, o sea que Maudie fue, en la vida real, una pintora de arte folklórico del tipo naïf, con artritis reumatoide desde su juventud, e Inés es una jovencita maravillosa con parálisis cerebral. Y en ambos casos, su discapacidad no le impidió a la una ni le impide a la otra llevar una vida plena incluso en medio de privaciones y dificultades varias.

En una aciaga ocasión se me ocurrió dar mi opinión a una muy bien formada psicóloga acerca de que el sufrimiento puede ser fuente de aprendizaje, y casi pude ver cómo afilaba sus colmillos para clavármelos en la yugular. Por supuesto no me estaba refiriendo a glorificarlo ni a buscarlo porque sí, pero es que la vida tiene la mala baba, a veces, de envolvérnoslo como regalo. Y ante esto la clave es la actitud: o me rebozo en la harina y el huevo del victimismo o tiro pa’lante con lo que hay.

Dicho sea como premisa, quienes viven con discapacidad no tienen la obligación de ser héroes y son además quienes con más razón pueden darle brillo a su victimismo, e incluso si quieren instalarse ahí yo personalmente les comprendo. Todo parte de una decisión personal: tengo una discapacidad, estoy mal y entro en el bucle del victimismo, pero como quiero algo mejor o no obtengo la suficiente recompensa de esa situación, decido probar con otra cosa para ver si hay mejoría. Eh voilà, ya tenemos servido el proceso de Counselling.

Obviamente me estoy refiriendo a un grado de discapacidad que permita a la persona tomar este tipo de decisiones, porque en los casos más graves el Counselling tiene una utilidad muy limitada, quizás tan sólo para acompañar a familiares y/o cuidadores. En el primero de los casos, el Counsellor podrá ayudar a integrar límites, que dicho sea de paso los tenemos todos, y a descubrir y aplicar recursos, propios o ajenos, que hagan la vida lo más funcional posible. Siguiendo a Carkhuff, lo primero podemos situarlo en las fases de autoexploración y autocomprensión del proceso, lo segundo en la fase de acción.

Y como herramientas para recorrer todo este camino la escucha activa, para ayudar a ser sí mismo y descubrir al águila que ellos también llevan dentro, pues con tantas limitaciones quizás corren el riesgo de querer ser otro o se quedan siendo la gallina del cuento.

También la personalización, de significado para identificar el impacto personal que su discapacidad tiene sobre ellos, de sentimiento para ver cómo eso impacta en sus emociones, o del fin para ayudarles a fijar las metas que, de acuerdo a sus valores y posibilidades reales, puedan conseguir.

Por supuesto la confrontación, la intención paradójica o la persuasión, que tener una discapacidad no significa que no haya que darles caña cuando proceda. Y quizás en estos casos haya que emplear un extra de motivación para responder a las posibles resistencias al cambio, usando por ejemplo la devolución simple, reconociendo esas mismas resistencias para poder pasar a continuación a analizarlas, la devolución amplificada  para retornarles lo que han dicho pero de manera exagerada, la devolución de los dos aspectos de la ambivalencia, la que nos puedan exponer y la que no ven o no quieren ver, o enfatizando la elección y el control personal,  haciéndoles ver su protagonismo en lo que les está pasando.

Ah, y muy importante para el Counsellor: hacer uso de la consideración positiva para evitar caer en el paternalismo, afirmando la capacidad que cada uno tenga de conseguir sus logros, sin inventarse mentiras piadosas ni ofrecer falsas esperanzas, eso por descontado.

Y con esto habríamos completado el proceso completo de Counselling. Pero me permito citar a Inés para terminar mejor este artículo: “Todos tenemos “taritas”, lo que pasa es que la mía se ve. No me gusta que eso de potestad a la gente para acercarse y discutir mi “tarita” conmigo porque yo no voy discutiendo la de los demás porque no las puedo ver… Sólo queremos vivir en paz como todos.”

Gema Humanes, mediadora y counsellor