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Antes de decidir (I)

Cuando vamos a tomar una decisión, especialmente si es importante, debemos pararnos a discernir.

Según la RAE discernir tiene como significado distinguir algo de otra cosa, señalando la diferencia que hay entre ellas. Comúnmente se refiere a operaciones del ánimo.

Siguiendo a Rosa María Belda podemos decir que discernir es observar los diferentes movimientos que acontecen en el interior del ser humano, ver en qué consisten e imaginar qué persona sería si me dejara llevar por una u otra fuerza[1].

De esta definición de discernimiento podemos llegar a la conclusión que para tomar una buena decisión es preciso hacer una pausa y realizar un ejercicio de escucha interna. Habremos de hacer silencio para poder captar esos motivos que nos empujan hacia uno u otro sentido.

Tito Martínez, en su libro Hay caminos, lo expresa con estas bellas palabras:

Quizás sea que el silencio auténtico consiste en eso, en cambiar voces, pensamientos, sonidos…para aprender a elegir lo que me conviene, lo que me construye, lo que me hace feliz…y lo que me ayuda a sentirme a gusto en mi propia piel”.[2]

Antes de elegir discierno, esto es, aclaro mi mente y examino mis motivaciones[3]. Se trata de un ejercicio de libertad pues no todas las decisiones se rigen por normas o reglas externas, sino que, asumiendo mi responsabilidad de manera consciente, resuelvo las encrucijadas que me presenta la vida.

Como ejemplo diré, que echando un vistazo a la manera en que he ido tomando las decisiones en mi vida considero que me ha acompañado, especialmente en los momentos de crisis, la inseguridad y la duda. Esto nos ocurre a todas las personas, aunque lógicamente en diferentes grados y dependiendo de las circunstancias de cada cual.

Recuerdo una conversación con un amigo en la que le hablaba sobre lo mal que lo pasaba por aquel entonces estando parado y dedicándome a las tareas domésticas. Le explicaba que me sentía ciertamente acomplejado y que no vivía con naturalidad aquel modo de vida. ¿Qué pensarán los demás de mí? ¿Qué consideración tendrán de mí si me ven ir a comprar al super o si se enteran de que el que limpia o hace la comida en casa soy yo, el supuestamente “cabeza de familia”? Tras escucharme atentamente me comentó: “entonces, para ti la imagen es muy importante”.

Aquellas palabras, que no las percibí como un juicio sino como una constatación de la realidad, resultaron clarificadoras y permitieron que me diera cuenta del peso que, en este caso, tenía la imagen de “poco hombre” que, a mi modo de ver, estaba proyectando al exterior al hacerme cargo de las tareas del hogar.

¿Qué estados de ánimos, emociones, sentimientos e ideas nos deja una determinada decisión cuando la anticipamos? La toma de conciencia de estas mociones internas son clave en nuestro proceso de discernimiento.

Cuando ponemos en práctica la escucha activa estamos ayudando, sin duda, en el proceso de toma de decisiones que tiene que llevar a cabo la otra persona. Porque tanto optemos por una u otra opción o elijamos no hacer nada, estamos tomando, irremediablemente y de manera constante, decisiones en nuestra vida.

La clave, al igual que me ocurrió cuando fui escuchado, está en aparcar los juicios y brindar la oportunidad de que la otra persona pueda expresar lo que siente, lo que piensa. El fin último es ayudar al otro a tomar conciencia de todo lo que le bulle en el interior, a que pueda ir poniendo nombre a lo que siente, a construir un pequeño mapa que le ayude a orientarse, conocerse mejor a sí mismo y asumir las propias riendas de su vida.

Como cierre que puede ser de inspiración os dejo un pequeño extracto del célebre discurso de graduación que, en 2005, ofreció Steve Jobs, cofundador de Apple, para la Universidad de Stanford.

“Tu tiempo es limitado, así que no lo malgastes viviendo la vida de otro. No te dejes atrapar por el dogma que implica vivir según los resultados del pensamiento de otros. No dejes que el ruido de las opiniones de los demás ahogue tu propia voz interior. Y lo que es más importante, ten el coraje de seguir a tu corazón y tu intuición. De algún modo él ya sabe lo que realmente quieres llegar a ser. Todo lo demás es secundario”.

Enrique Delgado, máster en Counselling y socio de ACHE

[1] TITO MARTÍNEZ, Hay caminos…, Círculo Rojo, p.106.

[2] R. Mª. BELDA, Tomar decisiones. Del proceso interior a la práctica ética, PPC, p.27.

[3] C. ALEMANY, 14 aprendizajes vitales, Desclée de Brouwer, p.25.