Hace mucho tiempo ya que está de moda, pero yo nunca había sentido mucha curiosidad por este tipo de ejercicio físico, hasta que comencé a escuchar que alguna de sus prácticas consistía en adoptar las posturas de ciertos animales, como la paloma, el perro, la mariposa, etc. Y me vino a la cabeza la también de moda biomímesis, así que pensé que tratándose de imitar a la naturaleza no estaba de más probar a ver qué era eso del yoga.
Descubrí que se trata, básicamente, de ejercicios de estiramiento, a los que también acompañan algunos otros de recogimiento, como en el caso del ejercicio del gato y la vaca. Y es que la vida es eso, a veces toca expandirse y otras toca recogerse, contenerse. Y ese recogerse o contenerse no es otra cosa que la austeridad para mí, que, este sí, no es un concepto que esté de moda.
AUSTERIDAD
Y es que ya su definición es antipática: nos hablan de severidad, mortificación, sobriedad, aspereza, etc. Y es cierto, es todas esas cosas, pero es que además hablar de austeridad es hablar de templar o moderar los excesos. Porque ya se sabe que lo poco gusta y lo mucho cansa. Vamos, que están bien para un ratito pero no más.
Hablar de austeridad es hablar de economía, pero como yo no soy economista y esta no es una revista dedicada a esa disciplina del conocimiento, me limitaré a hacerme eco de las reglas para llevar una vida sensata que John Donough, un comerciante de Nueva Orleans, hizo grabar en su tumba en 1843:
“(…)
8. No gastes lo que no ingresas.
9. No devores tus bienes, sino auméntalos.
(…)
12. No te prives de nada que sea necesario para tu comodidad, pero vive siempre con sencillez y moderación.
(…)”
SENCILLEZ
La sencillez, en su acepción de carencia de artificio: qué gran palabra, qué poco apreciada y cuánta relación tiene con la austeridad.
La sencillez en nuestro comportamiento, que tiene mucho que ver con la transparencia de nuestros actos, y que tantos malentendidos ahorra.
La sencillez en nuestros pensamientos, como formación y expresión natural de los conceptos, que tan a cuenta nos sale, pues no hay nada más rentable que seleccionar bien aquello en lo que pensamos.
La sencillez, que tan ligero nos hace andar por la vida, y así uno se cansa menos, menos stress, menos enfermedades coronarias, etc., etc.
¿Y cómo conseguir esa sencillez tan deseada?, igual se pregunta el amable lector de este artículo que haya tenido la gentileza de llegar hasta aquí. Yo no soy nada de recetas, la verdad, y mucho menos para la vida, pero lo cierto es que me parece mucho más fácil acceder a ella desde el mundo del orden y de lo indispensable, con los que la austeridad también tiene mucho que ver. Porque cuesta encontrar lo que buscas si hay demasiado entre lo que revolver y además está desordenado. Es una realidad que a todos nos ha pasado, ¿o no?
Y es una realidad también que los malos tiempos, los tiempos de escasez, de dificultades, de renuncias, tiempos como los que estamos viviendo, antes o después no nos dejan más opción que la austeridad. Porque ya se sabe que de donde no hay no se puede sacar. Y oyes, quien se quiera pelear con la realidad que se pelee, pero yo no tengo dudas sobre quién terminará por ganar la guerra.
Aunque por otra parte, no es menos cierto que los malos tiempos también nos enseñan qué promesas merecen la pena, porque hay que seleccionar bien aquello en lo que se cree, pues las consecuencias no serán baladíes. No hay mal que por bien no venga, o cómo ver una oportunidad en las dificultades por estar más en consonancia con los nuevos tiempos.
COUNSELLING
Y puestos a dar recetas que le hagan a uno más dulce un mal trago que no tenga más remedio que pasar, se me ocurre que puede ser buena idea aplicar el principio Robinson Crusoe, al que Defoe hace decir en su novela “Ninguna situación en el mundo es tan miserable que no pueda hallarse en ella también algo bueno”, o “En mi vida había tenido una herramienta en la mano pero descubrí que con paciencia, esfuerzo y un poco de perspicacia pueden hacerse muchísimas cosas (…)Era inútil seguir deseando lo que no podía tener, y esa idea es la que me impulsaba a trabajar.”
Ah, y por supuesto no voy a dejar de aprovechar la oportunidad para recomendaros el Counselling, que para algo soy socia de ACHE, donde al menos encontraréis un espacio libre de prejuicios en el que poder hablar de austeridad o de tantos otros temas que nos tocan tan de cerca.
Y es que somos ¡humanos, todos humanos!.
Termino este artículo bailando, que es la mejor forma de terminar, con un tango de Gigliola Cinquetti que reza así:
“Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor.
(…)
Un gran amor he tenido y tanto en él me confié.
Nunca creí que un descuido pudo hacérmelo perder.
Con la salud y el dinero, lo mismo me sucedió.
Por eso pido que aprendan el refrán de esta canción.
El que tengo un amor, que lo cuide, que lo cuide.
La salud y la platita, que no la tire, que no la tire.
Hay que guardar, eso conviene
Que aquel que guarda siempre tiene.”
Gema Humanes, counsellor socia de ACHE